Durante los 35 años de dictadura stronista (1954-1989) en Paraguay, no existió ni un sólo día en el que no hubiera por lo menos un actos de resistencia antidictatorial en el país. Esto lo he aprendido hoy visitando el Museo de la Memoria en Asunción porque la inmensa mayoría de de estas marchas fueron invisibilizadas por los medios de comunicación y no se conocieron en prácticamente ninguna parte del mundo. Algunos actos fueron colectivos, otros individuales, pero casi todos estuvieron caracterizados por un estoicismo muy particular, pues sin excepción fueron violentamente reprimidos con extrema y desproporcionada crueldad.
En una de las salas finales de este museo se puede ver una foto de una de las últimas marchas de este periodo. Fue una marcha multitudinaria con gran participación de todos los sectores y dicen que supuso el final del golpe militar. Pero esta marcha no hubiera sido posible, sin esa tenaz acumulación de fuerzas y sostenimiento en la memoria popular de que el poderosos y muy bien apoyado régimen de Stroessner debía acabar para dar paso a un proceso nuevo y casi desconocido en la historia paraguaya: la democracia y el imperio de los Derechos Humanos.
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