"Desde Quinchamalí donde hicieron tus ojos hasta tus pies creados para mí en la frontera, eres la greda oscura que conozco". Inspiración de Pablo Neruda para sus Cien sonetos de amor, la esencia de las artesanas de Quinchamalí es recogida por el Museo de Arte Popular Americano de la Universidad de Chile. Hoy he podido visitar la exposición "Quinchamalí en el Imaginario Nacional" del espacio GAM de Santiago y he conocido la greda negra y la idiosincrasia de este pueblo alfarero donde mandan las mujeres.
Para elaborar piezas con este material, las artesanas tienen que seguir hasta 18 pasos dentro de un proceso que se lleva a cabo hasta hoy a la antigua usanza. Desde que se recoge la materia prima, se remoja la arcilla, se pisa, bastonea (amasa) hasta que se oscurece la greda con la quema de estiércol de buey y caballo.
"Mi mamá lo aprendió de su mamá, y ella de la suya y yo soy la última que voy quedando, creo que conmigo va a morir, es que esto tiene que gustarte para hacerlo", relata Honorinda Pérez, una de las 4 creadoras que quedan en Santa Cruz de Cuca y cuyos testimonios recoge la muestra.
Me recordó a la cerámica negra de Astúries. En Llamas del Mouro, un pequeño pueblo del occidente asturiano, están los últimos descendientes de alfareros que trabajan siguiendo una tradición milenaria. Sus piezas también negras, también son únicas y también utilizan la cerámica como vehículo de expresión.
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