A Mendoza la llaman la capital del vino de Argentina y de toda América Latina. Hay una pugna con Chile, país que también tiene un vino estupendo, pero nos han explicado (los argentinos) que la diferencia es que los chilenos no consumen vino, sólo son productores y exportan la práctica totalidad de su producción, mientras que en Argentina se produce y se disfruta mucho más de esta bebida. Aunque los datos de consumo aquí son mucho más bajos que en Europa, la verdad es que sólo hay que darse una vuelta por Mendoza para vivir el ambiente y la cultura del vino. Nosotras hemos llegado en plena Semana del Malbec, siete días llenitos de actividades relacionados con este vino argentino. Las fuentes de la ciudad hacen juegos con agua de color tinto, los bares hacen promociones estupendas, los restaurantes elaboran ricas recetas con este caldo y cada día se organizan charlas, rutas, catas y un montón de actividades más. Nosotras hemos participado de varias y ayer aprovechamos para conocer varias bodegas de la zona de Maipú y Luján de Cuyo. Visitamos una bodega grande pero tradicional, una bodega mediana y moderna y una bodega pequeñita, familiar y orgánica. Las tres muy diferentes pero de lo más interesantes. ¡Aprendimos un montón y probamos un montón de vinos riquísimos!
En relación con el consumo responsable, por ejemplo, aprendimos que a pesar de ser un proceso muy natural, la elaboración de vinos puede tener algunos impactos ambientales. Las bodegas que hemos visitado se preocupan, por ejemplo, de que los desechos líquidos sean mínimos y todos los desechos sólidos sean reciclados. En Bodegas El Cerno nos han explicado que los orujos y escobajos son esparcidos en los viñedos devolviendo a la tierra gran parte de los nutrientes consumidos por las plantas. De este modo se evitan además los fertilizantes químicos, cumpliendo con los principios de la agricultura orgánica.
También nos explicaron que el precio que los viticultores perciben por la uva viene muy determinado por los grandes grupos vinícolas, y no cubre los gastos de producción. Comprando y consumiendo vinos de bodegas independientes o de cooperativas facilitamos, entonces, una mejor remuneración para los agricultores.
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