“Me diagnosticaron Chagas en el 2005, cuando tenía 43 años. Fui a donar sangre en un hospital de Buenos Aires y a la semana me mandaron una carta diciéndome que no podía donar y que me hiciera los análisis de Chagas. Me los hice y dieron positivo”, cuenta Juana, una salteña nacida y criada en El Galpón y que a los 17 años se fue a vivir a Buenos Aires. Hace dos años regresó al pago, pero en el camino su padre, de 79 años, también se enteró que era chagásico. Juana presupone que su hermano mayor y su madre, ambos fallecidos, también tenían Chagas.
A Juana la noticia la tomó por sorpresa. Sabía poco y nada de la enfermedad, lo que solucionó yendo a charlas gratuitas que daban en los hospitales. Hasta hoy su vida es más que normal y sin complicaciones. Sin embargo, no todas las personas que tienen Chagas lo saben.
Esta es una enfermedad silenciosa, un enemigo endémico que no solo afecta Salta sino a Sudamérica. La Sociedad Argentina de Cardiología (SAC), junto con la Federación Argentina de Cardiología (FAC), estiman que hay 3 millones de argentinos con Chagas.
Es conocida como la enfermedad de la pobreza porque la vinchuca vive en lugares donde las condiciones de las viviendas y de sus alrededores no son los óptimos: casas de adobe, muy precarias, animales infectados y en un entorno en el que las condiciones sanitarias también dejan mucho que desear. Hay que sumar que, en zona de frontera, la vinchuca no respeta límites. Por lo que hemos podido leer, las zona de mayor riesgo son las localidades de San Martín, Rosario de la Frontera, Metán, San Carlos y La Viña. Todas ellas son comunidades hermosas, ricas en recursos naturales y culturales que hemos podido conocer estos días. En ninguna de ellas existen unidades específicas para el tratamiento de este mal, mucho menos para la prevención de la enfermedad..
El Chagas causa 14.000 muertes cada año. Y se estima que entre 10 y 15 millones de personas están infectadas, especialmente en Lationamérica. Sin embargo, organizaciones como Médicos Sin Fronteras (MSF) llevan años denunciando que a pesar de ser una enfermedad mortal, los programas nacionales de Chagas se centran sólo en la prevención y en la lucha contra el insecto que transmite la enfermedad, en lugar de en el tratamiento de los enfermos. MSF sigue insistiendo en que si se integrase la enfermedad dentro de las estructuras de salud primaria se facilitaría el acceso de los enfermos al tratamiento, lo que podría salvarles la vida. Esta ONG también denuncia que los dos únicos medicamentos que existen actualmente fueron desarrollados hace más de 35 años y en investigaciones no específicamente destinadas al Chagas.
Al ser una enfermedad principalmente asociada a la pobreza, el Chagas ha estado ausente de las agendas políticas y de los programas de investigación y desarrollo.
En la web de Médicos sin Fronteras hay un montón de información sobre este mal y también se pueden encontrar formas de colaborar en la lucha contra las enfermedades olvidadas.
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