Ya sabíamos que el maíz puede transformarse en distintos alimentos como harinas, panes y tortillas, pero desde que llegamos a Ecuador hemos visto que el maíz aparece incluso en alimentos en los que no esperarías encontrarlos, como refrescos, pollo frito, carne picada o patatas fritas. Los platos típicos de aquí también tienen al maíz como protagonista. Los quimbolitos, el mote, las humitas, los tamales... están todos realmente delicioso. Pero el alto consumo y el uso tan extendido del maíz en esta región me han hecho preguntarme si tendrá graves repercusiones medioambientales.
Por lo que he podido descubrir, el cultivo intensivo del maíz agota ciertos nutrientes presentes en el suelo ecuatoriano, que deben reponerse, ya que de lo contrario dejar de ser apto para usos agrícolas. Además, las raíces del maíz y el hecho de que se plante de manera espaciada hacen que apenas retenga el agua cuando llueve, con la consiguiente pérdida de suelo. Por lo visto, esto se agrava por el proceso de arado al replantar el maíz. De hecho, se estima que cada año 100.000 kilómetros cuadrados de tierras cultivables dejan de ser útiles debido a este proceso. También he descubierto que el cultivo del maíz requiere enormes cantidades de combustibles fósiles, sobre todo para producir los abonos químicos que aceleran su crecimiento y para realizar el proceso de secado necesario para poder transportarlo.
A pesar de todo esto, no sé si dejar de comer maíz sea una buena solución. Probablemente moderar su consumo y comer alimentos integrales o no procesados sea mejor idea. A la hora de comprar maíz lo mejor como siempre es el consumo local porque también puede producirse de manera eficaz. Es el modo en que se cultiva y la escala a la que se hace lo que lo convierten en un producto peligrosos para el medio ambiente. Así que hay que recordar que el maíz también se cultiva de manera selectiva desde hace siglos para hacerlo más resistente y además genera rendimientos muy elevados, incluso sin abonos químicos.
Los policultivos de maíz y de otras plantas, como las milpas centroamericanas, permiten producir en un terreno muy pequeño gran cantidad de alimentos y satisfacer de manera completa las necesidades nutricionales de una población.
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